lunes, 15 de abril de 2013

Páginas malditas - Capítulo 2.5- Scutum


Bajamos unas pequeñas escaleras que conducían a una especie de puerta subterránea. La estancia aparentaba un almacén normal y corriente. Cajas y más cajas se amontonaban por la mayoría de los rincones. Nos dirigimos a uno de los rincones y los sospechosos hombres apartaron algunas cajas dejando al descubierto una especie de de hueco en el suelo.
Baja con cuidado, no queremos que seas el primero en morir al caer por aquí – me dijo uno de los hombres con una voz ronca -
Las escaleras no eran muy extensas pero la madera estaba algo podrida y resbalaba un poco. Por suerte llegué sano y salvo.

Recorrimos un pasadizo algo largo, había puertas de metal negro y oxidado por los lados. Tenían una rejillas muy pequeñas, lo justo para que pasase un plato. En algunas de ellas se escuchaban lamentos.

Por favor, por favor…señor llévame, no aguanto este sufrimiento – dijo una voz muy triste –
Cállate ya escoria, ya tengo bastante estando aquí encerrado como para tener que aguantar tus sollozos! – dijo otra voz que provenía de otra de las puertas-
Callaos ya o esta noche no tendréis cena! – dijo el hombre que me advirtió antes -

No te preocupes, no te haremos ningún daño. Ahora entenderás todo Diego. –Dijo uno de los presentes-
Eso fue un alivio ya que me imaginaba el resto de mis días consumido en una de esas horribles celdas…- pensé algo aliviado dentro de la preocupación del momento -
Cómo sabe mi nombre? Déjame ir! Tengo mucho dinero, puedo pagar lo que sea! Si mi padre estuviese vivo… maldita sea si mi padre no hubiese marchado con Dios no tendrías agallas para hacer esto. Aún tengo algunos contactos en Francia y cuando vean que no doy señales empezarán a investigar! Y Abraham tampoco se quedará de brazos cruzado! –dije enojado, estaba harto de tanto misterio y de que me atacasen. Me escurrí entre ellos y Salí corriendo en dirección contraria – La heroicidad no duró mucho. Enseguida me cogieron y me inmovilizaron, ataron las manos con grilletes para que estuviese quieto y me llevaron a una sala.
Antes de entrar en la sala, uno de los hombres me dijo – Ahora se lo cuentas a Abraham – Todos rieron con la coletilla.

Al entrar la sala lo primero que me llamó la atención fue un escudo y un estandarte, los dos lucían el símbolo de los caballeros de Dios. Los Templarios. Me costaba de creer ya que me constaba que se dio caza a todos ellos por traición y fueron quemados. A estas alturas no había mucho que me pudiera sorprender. No tenía ni la más remota idea de lo que estaba pasando.

Las paredes de madera de roble y el suelo de piedra pulida. Una mesa redonda ocupaba el justo centro de la sala y una lámpara enorme colgaba del techo iluminando completamente la sala.
Había muchas estanterías repletas de libros y pergaminos. Al lado de una de las estanterías había una puerta que, una vez consiguieron sentarme (prometo que conseguí agotar sus fuerzas al máximo) se abrió.

Como estas? Espero que no hayas causado muchas dificultades chico – Dijo una voz familiar -

Pero Abraham? Tu qué haces aquí? no entiendo nada – No sabía que decir, me sentí aliviado durante unos instantes al ver a mi amigo pero por otro lado quería respuestas - 

Primero relájate amigo. Tú, trae algo de vino para nuestro invitado y quitadle esos grilletes. Ahora ya no serán necesarios.

Al fin me dejaron libre y me sirvieron una copa de vino. Cuando me disponía a beberla uno de los miembros de aquel grupo le dio un golpe, derramando la copa al suelo. El “vino” empezó a burbujear en el suelo.

Mal, mal y muy mal! Nunca aceptes nada de un desconocido y menos vino! Apúntatelo ya que si quieres vivir muchos años no te puedes fiar de nadie. El vino tiene un olor muy fuerte, un olor que puede disimular eficazmente los venenos. Ahora mismo estarías muerto si te hubieses fiado.

No articulé palabra, cada vez estaba más impresionado y cansado. Quería irme y volverme a mi tienda de Barcelona. O mejor aún. Irme a un convento de clausura y dedicarme a la oración! Si eso haré – Me estaba volviendo majara, pensé desesperado –

Diego ahora pido que me escuches detenidamente. 

Llevamos siguiéndote durante mucho tiempo y últimamente nos hemos dado cuenta que han pasado cosas muy raras en tu día a día.
Sabemos lo del libro, de hecho, te lo entregó uno de mis hombres. También tenemos constancia del hombre que te dejó la extraña nota y de las fuertes fiebres que has sufrido estos días pero vamos por partes.
Tu padre era miembro de los templarios, como yo. Nos dedicábamos a generar riqueza y reputación en la península. Pero obviamente no podíamos revelar nuestros actos. Tu padre, en un viaje a Tierra Santa consiguió un libro. Ese libro se cree que tiene una serie de fuerza mágica que protege a quien lo posee. Hay leyendas que dicen que ese libro fue escrito por los Nizaríes. Un antigua grupo que dominaba la tierra Santa en su pasado impuro. Tu padre lo sacó de un soldad infiel muerto. Lo llevaba entre la armadura.
Lo curioso es que se dice que una vez se consigue. A no ser que se mate al portador del libro, solo lo podrán utilizar sus primogénitos. Y como tu padre murió de fiebres altas. Tú eres el portador del libro.
No sabemos qué poderes tiene, pero lo que sabemos con certeza es que alguien lo desea.

Ahora es donde entra el papel de ese extraño hombre.

Como sabrás, nosotros, los templarios, éramos los caballeros de nuestro señor Jesucristo. Conseguimos reunir tal cantidad de riqueza y influencia que alguien nos ha querido eliminar.
No tenemos pruebas de ningún tipo pero se sabe que, al morir Jesucristo, los apóstoles quisieron continuar el camino de su señor. La idea era hacer pensar a la gente que todos somos hermanos, que lo mío es tuyo, el amor es lo más importante y también decidieron construir los primeros templos de Dios para ofrecer nuestras oraciones. Pero no todos estaban conformes con eso… la avaricia dominaba la ética de algunos y pensaron que sería mejor extorsionar a la población con falacias de tal magnitud como que si no pagan o dejan sus bienes irán al infierno. El grupo de apóstoles se dividió y con el paso del tiempo hubieron guerras entre ellos. Los Adoradores de lo oscuro contra los hijos de Cristo. Se dice que los adoradores de lo oscuro aún continúan con vida, haciendo rituales impuros y derramando sangre de inocentes. Incluso las malas lenguas dicen que la guerra la ganaron los Adoradores y hicieron creer a todos que eran los hijos de Cristo. Por alguna razón creemos que han tenido que ver con lo que nos ha pasado a los templarios. Por lo visto había gente que no estaba conforme con nuestro estatus y nos vio como una amenaza.
Sea lo que sea tenemos que llegar al fondo de todo esto y si en realidad la iglesia es una mentira acabaremos con todos los infieles en nombre de nuestro señor y tomaremos el poder nosotros, para encaminar al rebaño por su correcto sendero! – Exclamó Abraham mientras las lágrimas surcaban su cara -

Boquiabierto, observe a los presentes. Apretaban los dientes y puños. Los ojos les brillaban por las lágrimas. Algunos agarraban sus rosarios y los besaban mientras recaban…

Los hermanos que quedamos queremos llegar hasta el final de esto y vengar a todos nuestros hermanos quemados como brujas. El hombre que te persigue es miembro de esa maldita secta y por lo visto quiere ese libro.

Tu vida de mercader ha terminado por ahora Diego. Nos tienes que ayudar. Tu padre me dijo que tenía que cuidar de ti siempre y ahora que estas en peligro, la única forma de asegurar la promesa que le hice a tu padre es esta.
Ahora márchate, tendrás noticias nuestras. Tu carro ya no está en el establo. En tu habitación hay un saco con dinero. Si tienes cosas que contarme, fíjate en los mensajeros. Que tengan un águila detrás de la oreja. Si la tienen son de los nuestros y no hay peligro.

Por cierto, casi se me olvida, toma este sello del águila. Es nuestro nuevo emblema. Representamos las alas que salvarán al mundo de la manipulación del señor oscuro. Cuídalo y no lo pierdas. Te será útil.

Telmo no sabe nada de esto. Simplemente sabe que te tiene que proteger. Yo lo envié mientras llegabas a Besalú.
Mucha suerte amigo.

Sin darme cuenta llegué a la posada, saludé a Telmo que estaba en el comedor jugando a las cartas y me tumbe en la cama. Necesitaba pensar en todo esto.

lunes, 18 de marzo de 2013

Páginas malditas - Capítulo 2.4- Scutum

En las calles principales habíamos encontrado una taberna con habitaciones muy acogedora.
Lo bueno que tenia dicha taberna es que estaba casi al lado de uno de los puestos de los guardias por lo que no habría incidentes inesperados y podía dejar tranquilamente el carro en el establo.

La taberna era en su totalidad de madera. Lo que era el comedor era muy acogedor. Disponía de una gran chimenea con unos adornos esculpidos en la misma piedra de la chimenea.
El suelo, para mi sorpresa, no estaba pegajoso. Eso me decía que no había muchos borrachos por la noche aquí, o que los que habían eran muy cuidadosos y no dejaban caer ni una sola gota al suelo.

Buenos días señor, en que le puedo ayudar? – dijo una voz sugerente-
Antes de mirar a la camarera ya imaginaba su aspecto.

En efecto, era una muchacha con un buen par de razones por las que me tenía que quedar a pasar la noche aquí. Su pelo rubio y tez blanca eran el sueño de muchos hombres en aquellos días.

Buenos días tenga, me gustaría una habitación para mi y mi compañero. He dejado mi carro fuera y me gustaría pagar una vigilancia extra por el. No se cuantos días pasaremos pero de momento pagare comida, cena más habitación y almuerzo para dos.

No habrá problema para la vigilancia y menos aún para la comodidad de su alcoba. -dijo la muchacha seguido de un guiño -

Después de dejar las cosas en la habitación, Telmo decidió quedarse en la habitación para conocerse con la cama. Yo quería pasear por las calles de Besalú y quería ver la obra del hospital.

Sin apenas darme cuenta me perdí por las estrechas calles. El suelo estaba húmedo, se notaba que estábamos cerca de las montañas nevadas. Si no ibas con cuidado podrías abrirte la cabeza por culpa de algún resbalón tonto.
Me encontraba yo solo junto a algunos cuervos que descansaban en los tejados.
Me sentía observado con esa mirada inquieta, esos movimientos epilépticos que parecía que quisiesen observar más de lo que podían.
No me gustan nada los cuervos, me ponen nervioso  - pensé mientras cada vez andaba más rápido, buscando algo de movimiento normal –

Esta parte de la calle era algo peculiar. Las casas estaban metidas debajo del suelo. Había escaleras que comunicaban con las puertas de los edificios, en la sombra.

De repente, aparecieron dos hombres con unas túnicas blancas y se pusieron a ambos lados.
No digas ni una palabra, síguenos sin rechistar y no te pasará nada.
Me fijé que tenían espadas atadas a la cintura por lo que mejor no hacer nada raro. Tampoco tenía pensado resistirme… - me dije en voz baja –
La faena era mía para intentar andar con normalidad, me había engarrotado.
Me tendría que haber quedado en mi tienda de Barcelona, rodeado de mercancías y con Roldán a mis órdenes, maldita sea siempre me tiene que pasar algo… suspiré y acompañe a aquellos hombres.

domingo, 10 de marzo de 2013

Páginas malditas - Capítulo 2.3- Scutum

En un periodo muy corto de tiempo había pasado de ser victima de una emboscada a viajar con un completo desconocido que no se si quiere algo de mi o simplemente pasaba por allí.

Le miraba de reojo mientras avanzábamos por el irregular camino.

Osea que tu eres un cazador que pasaba por allí justo cuando me atacaron no? -Pregunté intentando averiguar algo-

Pues sí. Como he dicho, vivo en Barcelona pero aparte tengo una pequeña caseta perdida por la montaña la cual uso para cazar, limpiar pieles y hacer los preparados para así venderlos en el mercado para sacarme algo para poder comer - dijo Telmo-

Eso justificaría la impecable puntería...pero a santo de que me ayuda? si solo es un maldito cazador...-pensé mientras yo mismo quería convencerme de que era de fiar-

Venga vamos, no tengo nada que me ate aquí! y de niño siempre soñé con ser un héroe Déjame intentar cumplir mi sueño. Te prometo que no seré un lastre para ti y además, te he salvado la vida! a caso no significa nada para ti? al menos unas pintas gratis en la próxima taberna - dijo Telmo jubiloso -

Asentí algo más confiado y continué al tanto del camino mientras mi nuevo compañero dormía entra la paja.

Pasaron las horas tranquilamente. Por suerte no paso nada extraño por el camino. Nos encontramos con unos guardias que nos preguntaron si sabíamos algo de un asesinato en la carretera pero obviamente dijimos que no habíamos visto nada en lo que llevaba de día.

Pasamos algunos días durmiendo en posadas de camino y avanzando sin más dilación. A veces aún soñaba con ese "personaje tenebroso" pero la pesadilla insufrible no se volvió a repetir. Además Telmo me despertaba siempre que me veía inquieto o sudaba. Se portaba muy bien conmigo.

En la lejanía se distinguía una torre enorme que, a modo de puerta, conectaba con Besalú a través de un puente.

Personalmente me gustaba mucho ese pueblo. Sus gentes eran muy agradables y se comía muy bien. Hacía poco que se había empezado a construir el Hospital de san Julián.
El puente impresionaba muchísimo. La estructura era titánica y daba algo de pavor pasar por la construcción.
Se notaba que el invierno llegaba a su fin ya que el agua derretida de las montañas llenaba el río generosamente.

Bueno , ya hemos llegado a un sitio algo decente. Estaba cansado de pasar las noches en posadas sucias y con sobras para la cena. Seguro que aquí estamos mejor durante un par de días.

-Vamos Diego, no seas tan gruñón. Todo tiene su encanto. Yo estoy acostumbrado a dormir en el suelo y comer cosas peores que las sobras de una posada por lo que me cuesta algo entenderte - Telmo cerró la conversación con una carcajada -

viernes, 22 de febrero de 2013

Páginas malditas - Capítulo Especial St Valentín

La habitación era espaciosa, decorada e impoluta. Diego de la Vega se encontraba durmiendo plácidamente entre sedas. La chimenea solo conservaba lo que la noche anterior consumía el fuego goloso para mantener la habitación caliente.

A nuestro protagonista le esperaba un día que jamás olvidaría...

Señor, ya va siendo hora de que se prepare para almorzar. En unas pocas horas tendrá que estar la habitación libre - dijo una voz ronca y gastada -

Me desperté feliz. Rodeado de comodidades - Bostecé mientras luchaba por despertarme del todo - Muy bien, gracias por despertarme. En breve estaré fuera - dije medio dormido -

Lo primero que hice fue asomarme a la ventana. Las calles de Lyon eran preciosas. Llenas de vida y mil negocios por descubrir me aguardaban. Aunque tenía algo importante entre manos y no podía llegar tarde.
Cogí algo de frió así que cerré las ventanas rápidamente y me vestí. En un abrir y cerrar de ojos ya estaba desayunando en el comedor del hotel.

Para almorzar tomé "Andouillette". Unas riquísimas salchichas con la mejor mostaza que jamás había probado. Un plato muy famoso de Lyon y que cualquiera que se lo pueda permitir, debería comer.

Como mi carro estaba en buenas manos junto a Fortuna en el establo del hotel me podía permitir el lujo de ir por las calles de aquella ajetreada ciudad sin ir cargado.

Vaya, tú no eres de por aquí verdad joven? - dijo una voz melosa -
Me giré y me quedé atónito. Su larga melena negra como el carbón, labios rojos como el fuego y unos ojos verdes esmeralda habían capturado por completo mi atención y mi razón...
Pero bueno! - exclamó la mujer - Te has quedado de piedra en cuestión de segundos - echó a reír finamente, tapándose la boca con los dedos de la mano izquierda -
Te interesa comprar perfumes? tengo todos los aromas conocidos y por conocer en pequeños frascos de cristal. Lo que no encuentres aquí difícilmente lo podrás comprar en otra parte.
Eh si, si, perfumes... tienes alguno que huela a ti? - pero que...qué digo? el subconsciente me había traicionado, pensé angustiado, ya que no sabía la reacción de ella -
Resulta que tenemos aquí a un Don Juan parece ser, pero el aroma que me pides es demasiado exclusivo. No lo vendo en un frasco de cristal! - exclamó la chica alegre mientras me calaba cada vez más con sus preciosos ojos -
Dejaré la compra a tu elección - dije tranquilo, confiado en que no me decepcionaría -
Bueno pues tengo uno muy especial - la mujer se agachó para agarrar algo que había detrás del mostrador del puesto - Vamos a ver si esto te gusta. Es de lo mejor que tengo y solo me queda este.
La chica, con sus delicadas y morenas manos quitó el envoltorio de tela. Un frasco de vidrio de colores rojos y negros se fundían en una aparente lucha eterna.
Le llamo fuego eterno.  Mi bisabuelo, el que empezó el negocio y creador de este perfume, decía que en el día más caluroso del año, si te ponías unas gotas de esta fragancia podrías conseguir a la mujer que quisieras para siempre - explicó ágil la muchacha, sabiendo que no dejaría escapar la oportunidad de adquirir semejante rareza -
Lástima que estemos en invierno - dije bromeando - Cuanto será?
Bueno, me has caído bien. Te tendría que cobrar 50 croats pero si me prometes que no me olvidarás te lo dejo a 30 - dijo acercándose a mi lentamente -
Cómo olvidarte? Esos ojos se quedarán grabados en mi memoria hasta el fin de mis días - pensé mientras entregaba el dinero casi sin darme cuenta -

Me despedí de aquella peculiar vendedora y me fui hacia la casa "or et l'argent". Unos conocidos que siempre tenían cosas buenas para mi tienda de Barcelona.

Por mucho que visitaba Lyon, no conseguía memorizar las calles con exactitud. Era como si estuviesen vivas y se cambiaran entre ellas al azar. Me volvía loco!
Al fin conseguí encontrar la entrada. La calle no tenía salida. El fondo de la misma era la puerta modesta de la familia "or et l'argent".

Sinceramente no entendía el porqué de una entrada tan sosa cuando el interior era espectacular.

Llamé a la puerta y nadie contestó. Vaya, que raro, quizá he llegado pronto...-me dije extrañado-
Esperé un rato y volví a aporrear la puerta con esperanzas de que alguien la abriese.
De repente, sin contestación alguna la puerta se abrió.

Shhhhhhh, pasa y no digas nada - dijo una voz familiar –
Pero que haces aquí? trabajas aquí o... -pregunte con voz baja a la chica que me abrió la puerta, que era la misma que me había vendido el perfume-
Te dije que no me olvidases y por ahora no lo has hecho - me sonrió dulcemente -
Acompáñame, y sobre todo no hagas ruido – dijo la muchacha -
Por cierto, una última cosa...

Mi cuerpo se paralizó, no podía creer lo que estaba sucediendo. Vi como su figura perfecta se acercaba hacia mí, cada vez veía más de cerca sus ojos verdes y sus labios rojos. Llegó el momento en que incluso podía sentir su respiración en mi rostro y de pronto nuestros labios estaban unidos. Eran carnosos y suaves. Su hipnotizante fragancia me dejó medio adormilado. El corazón me latía con fuerza, lo notaba en mi cuello como si en cuestión de segundos fuera a salir disparado.
Hubiese alargado ese momento toda una eternidad, pero ya se sabe, lo bueno dura poco.

La chica se apartó, me miró con las mejillas algo sonrojadas y mientras se alejaba dijo - Me llamo Mia -

Mia... susurré mientras la mujer que en cuestión de horas había hecho sentir cosas que no conocía hasta ahora se desvanecía escaleras arriba.

Pasó el tiempo y me encontraba yo solo, esperando a mi buen amigo Alfred mientras intentaba creerme lo que había pasado. Era tan bueno que dudaba de aquel recuerdo tan reciente.

Al fin Alfred! Llevo un buen rato esperando! - Exclamé contento de ver a mi amigo -
Pero como has entrado? Si yo estaba en mi alcoba preparándome para tu llegada y la puerta estaba cerrada! - exclamó Alfred extrañado -
Pues me abrió...-un momento...- La puerta estaba entre abierta y pensé que no te importaría que esperase en el salón. Hace un frió insoportable fuera - dije sonriente, mientras pensaba en Mia -


miércoles, 13 de febrero de 2013

Páginas malditas - Capítulo 2.2- Scutum


Seguía tirado en el suelo. No me podía creer lo que estaba pasando en ese mismo instante! En un corto plazo de tiempo casi me roban, decapitan y a la vez alguien que no sé quien es ni que quiere de mi me ha salvado! -exclamé para mis adentros mientras miraba a todos lados para identificar al arquero-

El escenario del suceso era muy completo. Diego de la Vega se encontraba tirado en el suelo, arrastrándose de un lado a otro para intentar enterarse de algo. Uno de los bandidos estaba tirado en el suelo, muerto, en un charco considerable de sangre. Y el otro bandido, el que era medio idiota, arrastrándose a la velocidad de un caracol cojo mientras suplicaba por su mísera vida.

- Según para quien podría ser una escena algo cómica-

De repente, alguien saltó desde la branca de uno de los árboles pegados al camino, dejándose caer con delicadeza contra el suelo.

Tienes que tener más cuidado, estos caminos pueden ser tan seguros como a la vez peligrosos – dijo ese hombre, mientras me extendía su mano para ayudar a incorporarme -
Ven, vamos a rematar esto – me dijo con la mirada fría - El arquero me llevó hasta el bandido, y me insinuó que acabase con su vida.
Pero, no puedo, yo no soy ningún asesino! –exclamé con valentía, sin pensar las consecuencias de mis palabras -
Estas seguro? Vas a dejar escapar a quien quería arrebatarte la vida?-me pregunto el hombre mientras miraba como el bandido se arrastraba como si de un gusano se tratase-
Yo no soy quien para decidir sobre la vida de nadie ni nada – dije confiado, pensando que hacia lo correcto y que Dios me lo pagaría-
Está bien, en ese caso márchate – le dijo al bandido mientras le daba una patada en el culo-
Y espero que no volvamos a verte por aquí!

El bandido, lentamente escapo por el bosque hasta que llego un momento que ya no se podía distinguir entra los arboles, las plantas y la nieve.

A todo esto…quién eres? Porque me has salvado?- pregunté tímidamente, no sabía del cierto las intenciones de ese misterioso hombre -
Bueno, simplemente vigilaba la zona, quería cazar algunos conejos para la cena. Tengo una cabaña cerca de aquí y esta zona es la que suelo frecuentar para conseguir lo que me llevo a la boca – dijo el arquero - Aunque, veo que llevas un buen cargamento… a donde te diriges?-Se le iluminaron los ojos mientras me miraba a mí y al carro de forma intermitente-

Pues... voy a Burdeos, soy un mercader de Barcelona y tengo algunos negocios entre manos…- dije con algo de desconfianza -
Burdeos? No sé donde está pero pinta bien, seguro que está lejos y no creo que quieras pasar solo todo el viaje no? Venga va vamos juntos – echo a reír a carcajadas, como si no hubiese matado a nadie hace un rato- yo no salgo caro tranquilo, además me debes la vida no? –seguido a esto, le dio la mano a Diego, y le presentó sus respetos- Después, fue corriendo hacia el carro  saltó encima de la paja y se acomodó para el viaje.
Vamos! Que haces allí parado? Lo vamos a pasar en grande, va ven!-dijo entusiasmado- Por cierto, mi nombre es Telmo! - añadió, intentando ganarse la confianza de Diego -
Eeh, si si vamos - me dirigí al carro - Mi nombre es Diego - dije concluyendo la conversación -

En poco menos de una hora, sumado a que unos desconocidos casi me matan, tengo a otro desconocido que podría ser tan peligroso o más que los otros, tirado en la parte trasera de mi carro y durmiendo la siesta. Esto es de locos! -me dije mientras avanzaba por el aparentemente tranquilo camino.


lunes, 4 de febrero de 2013

Páginas malditas - Capítulo 2.1- Scutum


Aún me sentía algo mal después de estos días de fiebres altas y pesadillas. Gracias a Dios que pude despertar.
El sueño era tan real... y a ese hombre le había visto yo en alguna parte pero no conseguía recordar dónde.

El calor de la vida empezaba a derretir la nieve de este frío invierno. Algunas flores de vivos colores empezaban a crecer y se podían apreciar carreras entre algunas ardillas.

De repente escuché el crujir de algunas brancas y seguido a eso un –Mierda- pero no vi a nadie a simple vista.
Llegaba un momento que ya no sabía si lo que podía escuchar o ver era cierto o obra de mi caprichosa imaginación.

El día avanzaba con normalidad, paré para comer algo y para que Fortuna descansase un poco. Los posaderos se habían en cargado de alimentarla y cuidarla mientras estaba indispuesto.
Cuando estaba dispuesto a prepararme el remedio de aquel Doctor me di cuenta que ni tenia miel ni tampoco agua caliente. Debería esperar a la noche para que alguien me lo preparase en alguna otra posada- me dije refunfuñando-

De repente, vi como en dirección contraria a la mía se acercaban dos hombres a caballo.
Vestían sucios y maltrechos harapos. Se veía a leguas que olían a perro.
A cada segundo que pasaba mi corazón se aceleraba. Tenía el presentimiento que esto no quedaría aquí. Agarre con fuerza la empuñadura de mi espada y recé lo que pude antes de llegar a ellos.

Tú, para el carro y no hagas tonterías, o le cortaremos las patas a tu yegua – dijo uno de los dos jinetes con seriedad-
Eso eso, o le cortaremos las piernas a tu bonita yegua – dijo el singular compañero del jinete-
No contesté, tenía demasiado miedo en aquel momento. Pude ver como se acercaban al carro y no quería ni imaginar que fuesen capaces de descubrir el dinero.
Tú, tienes pinta de tener cosas de valor encima. ¿Dónde están? No tengo ganas de jugar –dijo el jinete con tono inquieto-

Los nervios tomaron el control de la situación y, después de desenvainar la espada, me abalance sobre ellos. Con los ojos cerrados, di unos cuantos espadazos al aire sin tocar carne. Me caí al suelo y me temía lo peor.

¿Pero qué tenemos aquí? ¿Un valiente? – Echó a reír el jinete –
Sí sí, tenemos un valiente, sí sí –repitió con torpeza el compañero-
Vamos a hacer un trato, si me dices lo que quiero saber, olvidaré este acto de valentía y te dejaré que sigas andando. Pero te advierto, hay muchos valientes criando malvas –dijo el bandido con tranquilidad, a diferencia del nerviosismo de su extraño compañero-

Miré al bandido y me quedé bloqueado, las palabras no conseguían salir de mi boca.
¿No quieres hablar? Bueno pues me llevare el carro con la yegua y tu pues… ¿Qué te parece si te mato?
El bandido levanto la espada y justo cuando quería arrebatarme la vida…

ZUUUUUUUUUUUUM! Una flecha, salida de la nada, impacto en el ojo del primer bandido. Un chorro de sangre salió disparada con fuerza. Los gritos agónicos de aquél hombre me estremecieron totalmente.
Jo…Jo…Jose! ¿Te vas a morir? Pero no puedes morir, tenemos que conseguir dinero para madre y si no matamos a de la Vega nuestra madre morirá –Exclamó el singular acompañante del ex bandido – Yo no quiero morir – gritó el mismo y seguidamente echó a correr-
ZUUUUUUUUUUUUUM! Otra flecha impacto en el gemelo derecho del bandido que quería huir haciendo que este cayese al suelo, llorando y pidiendo clemencia.

¡En ese momento no sabía si alegrarme o huir despavorido! ¿Quién estaba haciendo eso? –Me pregunté exaltado-


domingo, 27 de enero de 2013

Páginas malditas - Capítulo 1.5-Opes, est potentia


Me dolía todo, no sabía dónde estaba ni cuánto tiempo llevaba allí.

Lo primero que vi fue a un hombre con unos atuendos muy extraños.
Vestía con una sotana de cuero negro y en la cabeza tenía una máscara con un largo pico, imitando al de un ave. Los ojos de la máscara estaban tintados de color rojo y llevaba puesto un sombrero de ala ancha negro.

Cuando empecé a recobrar el sentido empecé a angustiarme ya que esa es la indumentaria con la que los doctores se preparaban para poder tratar a los enfermos de la peste. Empecé a temer seriamente por mi vida.

El doctor de la peste, tras observarme con cuidado un buen rato, ayudado por un bastón blanco con un pequeño reloj de arena alado, se quitó la acongojante máscara y me dijo-Tranquilo chico, no tienes la peste. Soy Doctor de Barcelona, los posaderos fueron a buscarme ya que estabas sufriendo fuertes fiebres y tu cara daba a entender que sufrías unos dolores tremendos y bueno, pensé que sería la peste pero por suerte no es nada de eso, que Dios me libre.

Vaya, me duele mucho la cabeza y he tenido unas pesadillas muy extrañas…no consigo recordar nada-Mentí en lo de las pesadillas, sí que me acordaba, imposible de olvidar ese rostro, pero no quería acabar encerrado por loco-

Has tenido gripe o algo parecido, te he preparado una receta que consiste en un agua muy caliente con miel y limón y un poco de jengibre fresco. Esto hará que se te pase el mal estar general y descanses bien. Te recomiendo que pases el día de hoy en cama y mañana ya marches donde quiera que vayas.

Gracias doctor-le señale la bolsa de piel donde llevaba el dinero para los pagos rápidos- Cóbreme usted mismo por los servicios prestados, le estoy muy agradecido-exclamé con los ojos algo entelados después del susto-

El día paso sin más dilación, rápido y simple. Al día siguiente, Diego de la Vega preparó sus bártulos, pagó generosamente a los posaderos y les agradeció mil veces lo que habían hecho por él esos días. Nunca lo iba a olvidar.

Cuando estaba preparando todo en el carro para partir a Burdeos, el libro se le cayó de la chaqueta abriéndose por la primera página y dando una sorpresa a nuestro protagonista.

Pero si no había nada escrito! –exclamé-Seguramente no me habré fijado cuando lo miré hace días, estaría cansado-me dije-
Lo leí, en privado, asombrado intentando adivinar el significado de dichas palabras y, así decía – Mil páginas malditas -